Cada día me apasiona más esta mujer almeriense. Periodista, escritora, traductora, activista de los derechos de la mujer... ¡y corresponsal de guerra! Fue la primera mujer española que se dedicó a tan arriesgado trabajo.
Con motivo de la celebración del Día del flamenco, 16 de noviembre, rescatamos del olvido algunas obras de esta escritora en las que, como andaluza que era, hace referencia al arte flamenco.
Con Ensayos Literarios debuta en el campo de la narrativa.
Dedicada a su tío Agustín, senador del Reino, y prologada por el
ilustrado abogado almeriense Antonio Ledesma Hernández, la editó
ella misma en la imprenta del suegro. Consta de catorce capítulos,
dos con el título genérico de Cantares, en los que incluye coplas
de desamor, de tres y cuatro versos octosílabos, propias para ser
cantadas por soleares, fandangos, tarantas o peteneras:
Donde principia el desprecio / es donde el amor termina / y
acaban los sufrimientos
Que deje de amarte yo, / no lo puede conseguir / ni todo el
poder de Dios
Por la salud de tu madre / que no me olvides, chavó, / que no
encuentras en el mundo / quien te quiera más que yo
Nunca conocía los celos / hasta que tú me los das, / y quisiera
que me dieras / mejor veinte puñalás
En Cuentos de Colombine (F. Sempere y C.ª Editores, Valencia,
1908) se incluye En la sima, interesante relato de costumbres en el
que narra, entre otros aspectos, las penalidades e injusticias sufridas
por almerienses en los tajos mineros de Linares. Carmen de Burgos descifra en
sus páginas la clave etimológica del vocablo “taranto”, nuestra mayor
aportación estilística, junto a la taranta, al frondoso árbol del cante
Flamenco:
Todos aquellos eran menos desdichados que los
braceros, los que picaban arrancando el metal; gente
miserable que se hacinaba en las infectas casas de solteros
en repugnante promiscuidad.
Abundaban los “tarantos”, que trabajaban la
temporada de invierno en las minas de Linares en vez de
emigrar a África (…) En Linares se llaman “tarantós” a los
mineros de las provincias de Almería y Granada. Se cree
que el origen de la frase es por elipsis de “estarantos”, a
causa de la unión fraternal que reina entre ellos, y que les
hace acudir unos a otros en los momentos de peligro.
Cabe destacar por último la entrevista –más centrada sobre
aspectos humanos que profesionales- realizada a la sazón joven y
genial cantaora sevillana Pastora Pavón Cruz “Niña de los Peines”,
publicadas en el madrileño El Heraldo e incluida (1916) en
Confidencias de Artistas.
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